Se ha demostrado, y ha sido ampliamente respaldado por estudios, que una buena alimentación aporta múltiples beneficios para obtener y mantener un estado físico óptimo. Lo que es menos conocido es que la salud mental también se beneficia de esta nutrición adecuada, ya que se encuentra estrechamente ligada a diversos procesos cerebrales, consiguiendo que las neuronas se mantengan sanas, protegidas y en equilibrio.
La base de esta teoría radica en que la alimentación genera una serie de procesos fisiológicos relacionados con algunos centros del cerebro. Si hay carencia de los neurotransmisores que mantienen el funcionamiento de esos centros, puede desembocar en un déficit de regulación afectiva.
La comida que uno elige ni es trivial ni da lo mismo.
Es importante establecer ciertas premisas básicas como tener horarios para dicha ingesta de comidas, hacer ejercicio regularmente y mantener horas ordenadas y reparadoras del sueño.
En el campo de las últimas investigaciones, se ha visto que el consumo de grasas trans, de comida rápida (desplazando la ingesta de alimentos mas nutritivos), las dietas restrictivas y la bollería industrial está estrechamente relacionado con riesgo de padecer enfermedades mentales o bajos estados de ánimo.
¿De que está compuesto nuestro cerebro?
El cerebro, al igual que el resto de los órganos del cuerpo, se ve afectado por lo que comemos o bebemos y necesita por lo tanto de una alimentación adecuada.
El cerebro y el resto del sistema nervioso central se encuentra constituido por billones de células nerviosas llamadas neuronas, conectadas unas con otras gracias a neurotransmisores que se forman gracias a los nutrientes, especialmente aminoácidos.
Algunos de estos aminoácidos los produce el propio cuerpo, pero otros son aportados a través de la alimentación. De ahí que sea necesaria fomentar una alimentación correcta y de calidad, porque hay una estrecha relación entre la calidad nutritiva de nuestros alimentos y el adecuado desarrollo del cerebro y por ende de nuestro bienestar en general.
El chef del cerebro
Se ha comprobado que la obesidad reduce la capacidad de realizar tareas de aprendizaje que incluyen la toma de decisiones, la memoria y el control de la inhibición, entre otros procesos cognitivos, mientras que las grasas insaturadas como la omega 3 y 6 mejoran la cognición y protegen contra el deterioro cognitivo.
Es de gran importancia añadir mínimo 4 raciones de pescado a la semana para mantener a nuestro cerebro saludable. Otros alimentos que favorecen la salud cerebral y los procesos cognitivos serian las frutas tales como el kiwi, las fresas y arándanos, semillas como nueces y cacahuetes, sin olvidar otros vegetales o productos como champiñones, espárragos, aguacate, espinacas, huevos, lechugas, aceitunas…etc.
Relación entre la comida y los estados de ánimo.
Existe una creciente creencia sobre la existencia de un vínculo entre una dieta pobre y el empeoramiento de los trastornos del estado de ánimo, incluida la depresión y la ansiedad.
Una dieta alta en grasas saludables y baja en carbohidratos -dieta cetónica- puede ayudar en los trastornos de fatiga, mala memoria o depresión.
Como múltiples estudios han evidenciado la dieta mediterránea es altamente beneficiosa. Dichas bondades vienen por ser rica en verduras, legumbres y aceite de oliva, brindando de este modo, una protección contra la depresión y la ansiedad.
Una reciente corriente de investigaciones tiende a relacionar la salud mental con la alimentación, ya que se ha demostrado que ciertos nutrientes pueden ayudar a aliviar síntomas de ciertas enfermedades o incluso a mejorar la efectividad de los medicamentos o disminuir los efectos secundarios de otros.
Partiendo de estos estudios se ha detectado que algunas personas con distintos tipos de enfermedades mentales sufrían una carencia de ciertos tipos de nutrientes:
- Ácidos grasos polinsaturados (pescados y aceites de plantas)
- Minerales como el zinc (procedentes de carnes, granos, legumbres y leche), Magnesio (de vegetales de hoja verde, nueces…), hierro (carne roja, vegetales de hoja verde, huevos, algunas frutas…)
- Vitaminas, como la B (vegetales de hoja verde, lácteos, levaduras, granos), y la E y C (en frutas y vegetales)
El hospital MClean, afiliado a la Universidad de Harvard, condujo un estudio publicado en 2005 cuya hipótesis principal era demostrar la relación entre la depresión y los alimentos. Los investigadores encontraron que los ácidos grasos Omega-3 y los alimentos con alto contenido de Uridine eran capaces de reducir los síntomas de la depresión. Estos nutrientes se encuentran en el pescado, las nueces, almendras entre otros alimentos.
Por otro lado, los investigadores de un estudio titulado “Cambiando dietas cambiando mentes” ( Changing Diets, Changing Minds”) afirma que existe un amplio número de nutrientes que resultan indispensables para el cerebro y la salud mental. Estos nutrientes se relacionan entre sí para que el cerebro pueda desarrollarse y funcionar adecuadamente. De acuerdo con este estudio, una dieta rica en frutas y verduras, granos integrales, cereales, semillas, nueces, legumbres, carnes magras y aceites ayuda a mantener a nuestro organismo saludable protegiéndonos de ciertas enfermedades.
Lo que es evidente, es que hoy en día se ha puesto en tela de juicio el alto consumo de azúcares y de harinas refinadas de la dieta actual. Se ha demostrado que son potenciadores de la inflamación crónica, relacionado estrechamente con problemas mentales, cáncer, infertilidad y resistencia a la insulina.
Asimismo, las dietas ricas en elementos ultra procesados, se asocian a desequilibrios emocionales e incluso a cuadros depresivos, mientras que el consumo de frutas, verduras y pescado ayuda al equilibrio emocional.
No hay que el olvidar que el cerebro absorbe hasta el 27% de la tasa metabólica corporal, por lo que una alimentación saludable es clave para mantener nuestra mente en forma.
Ya lo decía, en los siglos I y II D.C, el autor griego Décimo Junio Juvenal, “Mens sana in corpore sano”