El azúcar

Recientes estudios han demostrado que el azúcar añadido es perjudicial para nuestra salud tanto a nivel físico como mental. Ahora bien, la gran pregunta que deberíamos hacernos sobre la ingesta de azúcar diaria sería: ¿Sabemos realmente lo que es el azúcar? ¿Cómo, dónde y cuándo lo consumimos?

¡El azúcar, ese gran desconocido!

Vamos a entrar un pelín en tecnicismo, pero solo al comienzo y porque me veo en la obligación profesional.

El azúcar es un disacárido, formado por una molécula de glucosa y otra de fructosa. O lo que es lo mismo, endulzante de origen natural, cristalizado, constituido esencialmente por cristales sueltos, obtenidos a partir de la caña de azúcar.

El azúcar es un disacárido, formado por una molécula de glucosa y otra de fructosa. O lo que es lo mismo, endulzante de origen natural, cristalizado, constituido esencialmente por cristales sueltos, obtenidos a partir de la caña de azúcar.

¿Cómo trabaja el azúcar?

Al ingerir azúcar nuestro cuerpo lo metaboliza convirtiéndolo en glucosa, la cual es absorbida por el intestino y de ahí pasa al hígado. Una vez allí, se transforma en glucógeno y se almacena como reserva energética. El hígado tiene una capacidad máxima de almacenamiento de 150 gr y nuestros músculos de 350 gr aproximadamente.

Ahora bien, deberíamos comenzar haciendo una diferenciación entre el azúcar natural y los azúcares añadidos. Si hablamos de los azúcares naturales son todos aquellos que se encuentran presentes en los alimentos no procesados, la más conocida quizás sea la fructosa, que se encuentra en la fruta, sin olvidar a la lactosa, que se encuentra en los productos lácteos, aunque también podemos encontrarlo en los hidratos de carbono, en algunos cereales o en verduras.

En cuanto a los azúcares añadidos, son los que se agregan en las producciones industriales o en nuestras preparaciones caseras. Se puede generalizar que la gran mayoría de empaquetados comestibles procesados que nos encontramos en el supermercado contienen este tipo de azúcar añadido.

Esto último ha producido que mucha gente se haya planteado si es realmente necesario añadirlo a los alimentos.

Si hablamos de la fructosa (azúcar procedente de la fruta), es unánime la afirmación positiva de su necesidad de ser consumida porque es necesario para obtener energía y múltiples procesos internos para la salud y buen funcionamiento del cuerpo.

A estos beneficios hay que añadir que la fruta es fuente de vitaminas, minerales y antioxidantes, protectores de nuestra salud.

Ahora bien, ¿es necesaria la introducción de azúcar en el resto de los alimentos?

La respuesta más rápida y clara es un ¡No!, ya que la supervivencia humana no depende de ello. El azúcar, ya sea natural o procesada, es un tipo de carbohidrato simple que el cuerpo utiliza como energía, pero el azúcar añadido aporta calorías sin nutriente alguno y genera picos de insulina con graves consecuencias como la obesidad y diferentes enfermedades. Por lo que deducimos que ese aporte lo podemos obtener de cualquier alimento natural, sin procesar.

Entonces, ¿por qué se añade azúcar a los alimentos?

Las razones de la industria para añadir azúcar a los alimentos son variadas, entre ellas podemos destacar las siguientes:

  • Por dar sabor, textura y color a los productos horneados.
  • Ayuda a conservar alimentos tales como las mermeladas.
  • Impulsa la fermentación y da volumen, por lo que se usa en panaderías y productos horneados.
  • Contrarresta la acidez en productos como el tomate frito u otros que contengan vinagre.
  • Incremento de la dopamina, esta es la joya de la corona. Ha quedado demostrado en múltiples estudios que el consumo de azúcar incrementa la producción de dopamina. Este neurotransmisor es conocido como “la hormona de la felicidad y el placer”, de esos sentimientos el cerebro siempre quiere más y más, no importa que sea saludable o no.

La industria conoce esta adicción y sus efectos , por lo que los utiliza en su beneficio económico que llegan a altos niveles.

Actualmente, el Ministerio de Consumo se ha decantado finalmente por la implantación del NUTRIESCORE, con la finalidad de que los consumidores puedan identificar a simple vista la idoneidad de los alimentos. Se trata también del llamado “semáforo nutricional”, donde el verde se asocia a los alimentos más saludable y al rojo a los menos saludables.

Serán de color verde, (de más intenso a más apagado) o ámbar aquellos que contienen más proteínas y fibra, como por ejemplo frutas, verduras, legumbres y frutos secos

Serán de color anaranjado o rojo (letras D y E), aquellos alimentos que contienen un alto contenido energético, calorías, ácidos grasos saturados, sal y azúcares.

Ahora bien, no se debería usar NUTRISORE como una guía para realizar nuestra dieta, ya que una dieta saludable no es una dieta baja en calorías o baja en grasas. Su utilidad principal sería el poder comparar alimentos de la misma familia y poder elegir, por ejemplo, entre yogures.

Este método no es una guía para excluir de nuestra dieta diaria productos necesarios como el queso, el jamón o las nueces y mucho menos el aceite de oliva que según este semáforo está en el grupo D y E.

Recordad, en la medida de lo posible, introducir en nuestra bolsa de la compra productos que no requieren etiquetado como las frutas, verduras, legumbres… así seguro que acertamos.

Foto de Comida creado por azerbaijan_stockers – www.freepik.es

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